Para entender este articulo y el anime de Naruto Shippuden (disponible en Netflix y Crunchyroll) es imprescindible que vean la primera parte. Debido a que esta obra es una continuación de Naruto.
Detrás de
Seré breve, pues ya conocen la mayoría, es un manga escrito y dibujado por Masahi Kishimoto, y varios asistentes. El manga y el anime se publicaron e iniciaron emisión en 2007, iniciando también, en ese momento, los evidentes problemas de adaptación: Cada semana salía un capítulo de aproximadamente 20 páginas y se emitían 19 minutos de anime (más canción de inicio y final), 1 minuto - 1 página.
Era evidente que tendrían que inventarse capítulos de la nada para rellenar o hacer flashbacks largos y completar el espacio de tiempo programado, lo cual empeoraría más con el avance de la serie y el pésimo final. El estudio Pierrot tiene desde ahí la mala fama de arruinar las adaptaciones.

Pero, ¿cómo es que este producto con tantos “defectos” llegó a ser tan popular? Pues, en su inicio, tuvo una endemoniada calidad y suerte. Recapitulemos: Naruto y Sasuke pelearon en el Valle del Fin, y el segundo se volvió aprendiz del infame Orochimaru, teniendo los dos últimos un odio común contra Itachi, pero tenían que esperar 3 años para poder poseer su cuerpo y vengarse.
El anime de Naruto alcanzó su clímax con esto, Kishimoto prometía que todo se volvería más intenso y oscuro, y cumplió. Habiendo sembrado una fuerte comunidad del anime y fans jóvenes (que compraban discos piratas y veían páginas de anime), alcanzó una gran fama. Luego, con una secuela más madura, mejores gráficos para la época y manteniendo una magnífica banda sonora, el éxito era inevitable.
Sería desde este momento en la historia, donde luego de imitar al Naruto original, todos imitarían a Naruto Shippuden. Los autores serían más oscuros, más serios, más sangrientos, más emotivos, más tétricos, vengadores, manejando argumentos psicológicos e intrigas muy profundos e intensos.
Incluso, la idea de un Time Skip (salto temporal) cuando la historia se pausa de 2 a más años, a menudo para hacer a los personajes más fuertes, sería algo que sus semejantes imitarían.
Todo ello de manera dudosa y en algunos casos trabajando con argumentos superficial, pero se trataba de una época de transición, de entretenimiento puro, donde la crítica o ser culto no eran muy presentes en las producciones (menos aun tratándose del manga y anime).

Ya cerca al fin de esta serie, en su ocaso y final, algo cambió. La “Gran Guerra Ninja” se alargaba, era aburrida y llena de interrupciones por la historia de alguna víctima aleatoria del Edo Tensei (Técnica Prohibida de Resurrección Impura). Muchos abandonaron la serie para verlos de golpe.
Los últimos clavos en su ataúd fueron su complejo por competir con Dragon Ball, agregar Megazords de chakra, las “evangelizaciones” (absurdas redenciones de antagonistas) y los marcianos: un final que a nadie le gustó. Pero Kishimoto ya había cobrado, era un mangaka (autor de manga) reconocido, los editores le lamían las suelas de los zapatos, la Shonen Jump lo veía con codicia y respeto, siendo entonces que se revolcaría en su porquería, mientras trataba de llamar la atención.
Argumento
Han pasado dos años y medio desde que Sasuke Uchiha abandonó la aldea de Konoha, los Genin del Equipo 7 fueron disueltos y por azares del destino acabaron siguiendo cada uno a alguno de los tres Sannin. Sasuke desertó de la aldea, como el traidor de Orochimaru y su pupilo (y próximo cuerpo).
Naruto siguió a Jiraiya, el ermitaño, ambos escapando de la organización Akatsuki. Sakura fue la única que se quedó en la aldea, como aprendiz de Lady Tsunade, la Quinta Hokage.
Naruto finalmente volvió a la aldea, más fuerte y experimentado, preparándose para arruinar los planes de Orochimaru y salvar a su amigo. Además, al mismo tiempo, se hacen bastante presentes los planes de Akatsuki, quienes han empezado a reunir a los bijus (bestias con cola). La historia va cambiando y toma a Sasuke como un segundo protagonista, siendo su trama la venganza contra su hermano Itachi. Es un camino que va retorciendo y pervirtiendo al personaje, dejándolo solo, vacío y con mucho odio.
Personajes
Naruto Uzumaki: Casi toda la serie se centra en su crecimiento y madurez, tanto como de un ninja más fuerte y como de un adulto. El uso del Kyubi como arma se vuelve un recurso más prominente y útil para él, pero pronto se da cuenta de que es bastante peligroso para sus compañeros de equipo y que no tiene el poder o control de la bestia, por lo que rechaza dicho poder. En reemplazo aprende el Rasenshuriken y el Modo Sabio, técnicas que hilan una hermosa narrativa y desarrollo mezclado con el poder, siendo ambas las herencias de Jiraiya y el Cuarto Hokage.

Sasuke Uchiha: El personaje se hace más frio e insensible. La guía de Orochimaru lo vuelve el poderoso ninja que siempre quiso ser. Se vuelve alguien que utiliza a todos los que puede para alcanzar su venganza, y al cumplirla queda trastornado, con una especie de crisis que lo lleva a querer aún más venganza y a vivir del odio. Los jutsus prohibidos de su clan lo hacen bastante peligroso, además de haberse vuelto un gran usuario de genjutsus.

Sakura Haruno: La participación que tiene es reducida, pero alcanza madurez, seriedad y fuerza. Desde el inicio es un ninja médico genio, con una fuerza aplastante y una actitud arrolladora. Su participación es para establecer una especie de nexo entre Naruto y Sasuke, con una visión más tenue de la amistad que tuvieron. El personaje pierde cierto peso, relevancia y calidad a largo plazo en la obra.

Esta sección estaría incompleta si no mencionara a los miembros de Akatsuki, son el eje y centro de toda la trama. Originalmente formada por diez ninjas renegados, y criminales Clase S de sus propias aldeas.
Son una organización terrorista que se mueve en grupos de dos y que realizaba todo tipo de operaciones ilegales para su financiamiento, cazar uno por uno a los nueve bijus para úsalos de arma en la meta de la dominación mundial. Entre la comunidad otaku sobresale en los debates sobre los mejores grupos de antagonistas del anime en la historia, superficialmente tienen méritos para ello: usan capas negras con nubes rojas, y todos con aspecto de monstruos.
Experiencia
El inicio fue genial. Se trata de una obra que en verdad maduró y todo apuntaba a que los personajes enfrentarían la muerte, considerando que los miembros de Akatsuki ninjas peligrosos de una organización terrorista. Los combates continúan siendo muy inteligentes, pero con mayor fuerza y develando escalas de poder. La búsqueda de los nueve bijus se siente como una lenta cuenta hacia el fin del mundo, al mismo tiempo que los miembros se tornan cada vez más activos. La serie es muy política, con tramas ocultas de traición y discrepancia del gobierno en las aldeas ninja.
El humanismo de los ninjas aún sigue presente, e incluso entre los Akatsuki existe una complejidad y motivaciones propias. Los jinchurikis (humanos que en su cuerpo encierran a los bijus) son un eje de la trama y tema de discusión, ya que, si bien Akatsuki busca usarlos como armas, las aldeas también han hecho lo mismo por mucho tiempo y no los tratan como personas. El tema de las armas humanas, la guerra y las relaciones son clave para el futuro de los personajes y de su mundo.

Lamentablemente, la historia acaba dependiendo y siendo poco a poco centrada en personajes con poderes genéticos y bestias con cola, siendo cualquier otro un extra más.
Es una decisión algo lógica y justificada bajo ciertos parámetros, considerando que la genética, mezclada con el esfuerzo y la dedicación al entrenamiento, el empeño a la ciencia, y, además, el uso de los poderes ancestrales como elemento indispensables y centrales.
Algunos de los defectos encontrados en la obra fueron que el propio autor no supo cómo derrotar al villano final (algo que admitió al público), además también se dañó la obra al centrarla en el Clan Uchiha a niveles obsesivos, el mantener un apego hacia Sasuke y el hecho de usar el tema de “elegidos”.
La obra acabaría contradiciendo sus mensajes, siendo el esfuerzo algo que se veía inútil con personajes centrales cada vez más poderosos y ese intento de engrandecerlos con que “fue su destino”.
Su final fue una completa bazofia. Incluso se dieron momentos clave para dar un cierre, pero intentó dar unos giros inesperados tras otros, con villanos más poderosos que restaban coherencia al guión.

Incluso se puede afirmar que tuvo una clase de “complejo anime”, incluyendo en la trama todo lo que encontró en su “gran arco”: subir los niveles de poder como en Dragon Ball, nadie conocido moría como en One Piece, relevancia genética como Bleach, Megazord de Chakra, elementos con tonos filosóficos y religiosos como Evangelion, poderes ancestrales y elegidos como en casi cualquier otra obra de fantasía.
La mejor analogía para el autor y la obra es el personaje con el que más se centra Naruto Shippuden, Sasuke Uchiha, un ninja caído en desgracia, alguien que parecía olvidar las razones por las que luchaba e hizo tales actos, olvido su identidad y no sabía cuál era su futuro, sin hogar o dirección clara, refugiándose en depender y volverse únicamente en lo más superficial que él y otros en sí mismo.
Opiniones
¿Deberías ver Naruto Shippuden? Claro, una perfecta transición de niño a adolescente. Así como la adolescencia, tiene errores y arrepentimientos, una época de inmadurez y experimentación. Disfrutarás la obra desde el inicio hasta el Arco de Pain, vale la pena seguir viéndola por ciertos personajes como Hoshigaki Kisame y Maito Guy, e incluso el villano principal tuvo grandes momentos.
El anime tiene una avasalladora calidad en gráficas y animación para su época, lo cual logró que sus combates fueran muy reconocidos e incluso algunos superaron a Dragon Ball en cuanto por todo el ingenio táctico desplegado. En estos aspectos, Naruto Shippuden superó a su predecesora.
Pero resulta aún más sorprendente el hecho de que los capítulos alcanzaran tanta calidad en una producción semanal, lo que deja la duda sobre si pudo ser incluso aún mejor si el anime hubiera sido adaptado en temporadas (un formato que no era común entonces).

El punto más bajo de la serie fue la extensión, ya que algunos combates serían mantenidos por demasiados capítulos, lo cual fue mucho más exagerado en la Cuarta Gran Guerra Ninja, en la cual se agregaron capítulos nuevos que no aportaron nada e interrumpieron el arco clímax de la obra.
Dragon Ball fue conocido por esto de Namekusei explotando, pero al menos estaban peleando, pero en cambio, Naruto Shippuden nos contaba historias de gente muerta que constituían rellenos irrelevantes. Tal fue el grado de extensión aplicado y los sinsentidos del autor, que la obra se hizo un nombre por tantos capítulos de “relleno”, marcando el paso a la inevitable decadencia del manga.
La obra maduró bastante para el estándar de su época, hoy en día se puede apreciar incluso mejor cuando sus personajes sienten tristeza, melancólicos y conflictos internos, pero la acción que demandaba y quería todo el mundo evitó que siguiera madurando.
Esto se recalca en el arco final, ya que se percibe esa imperiosa necesidad centrarse demasiado y de buscar poder bruto para Naruto y Sasuke, al punto en que ambos pierden lógica en sus acciones, además de la falta de un cierre apropiado para todos los demás personajes.
Masashi Kishimoto fue un genio en su época, hizo una obra que se volvió un icono pop, su fama y éxito lo hicieron conocido, pero sería su grandeza lo que le llevaría a la soberbia y exceso de confianza, lo que finalmente hundiría su obra. Siendo tanta confianza la que tenían él y sus editores en el producto, nadie se atrevía a darle la contra a cualquier capítulo o idea que proponía.
El grado de aceptación sin límites en su entorno fue tal, que cuando un par de años después publicara Samurai 8 –pese a estar acompañado de gran marketing y contar con la preferencia de la Shonen Jump– no pudo evitar su cancelación. Ningún autor es perfecto, pero en el caso de Kishimoto sus siguientes proyectos permitieron apreciar un incremento en sus defectos.

Su afán por los “emos vengadores” y seres genéticamente perfectos, su complejo con Dragon Ball y los niveles de poder, su incapacidad para escribir buenos personajes femeninos (rozando con el machismo), su escasa o nula planeación a futuro en sus obras, y como parece hasta hoy se empeña en explotar al máximo la comercialización de la franquicia de Naruto.
Lo último es evidente, ya que Boruto: Naruto Next Generations es una secuela innecesaria, un manga mensual que empezó a cargo de tres personas, empeoró cada aspecto posible de sus precuelas y dependía solo de ellas. Quizás suenan demasiado subidas de tono estas quejas sobre las capacidades de Masashi Kihsimoto, si no fuera un genio reconocido mundialmente por un manga mensual desde 1999.
Naruto Shippuden es una amarga moraleja, una historia de ninjas que nunca logró alcanzar todo su potencial. Es una obra de ninjas, que olvidó que trataba de ninjas y solo utilizaba esa temática superficialmente. Es un mártir que marcó un antes y un después, y que nos demostró que los mejores pueden equivocarse, pueden fallar y olvidar aquello que los hizo grandes.
Sus fans no la “odian”, pero detestan el final, y mantienen algunos muy buenos recuerdos de sus mejores momentos. Es imprescindible experimentarla, ya que formó parte de una faceta importantísima del anime y marcó a cada uno de sus espectadores.

