Son pocos los cantantes que de por sí se dedican hoy en día al criollismo o, para ser más precisa, a los ritmos peruanos. En este sentido considero que la música como cualquier otra forma de arte responde a una necesidad y a la vez a un deseo: el querer decir y el cómo decirlo.
Fabiola de la Cuba, cantante peruana, con estilo único, no solo hace uso de estos ritmos –que seguramente a algunos de nosotros nos resultan complejos-, sino que también utiliza la poesía y junto con todo ello, navegando en este sinfín de emociones, organiza, arma y compone música criolla.
La mixtura de su música es un reflejo más del mestizaje peruano, por eso los invito a leer su historia, tratando probablemente encontrar el porqué de la creación.
Biografía
Fabiola de la Cuba nació el 19 de febrero de 1966 en Lima. Vivió la primera mitad de su vida en su vieja casa de Chaclacayo, llena de jardines hermosos – según ella misma cuenta. Recuerda para una entrevista que a ella disfrutaba cuando sus primos iban a su casa los fines de semana.
Con ellos se reunía para cantar, siendo ella quien incentiva a los demás a iniciar el show. Fabiola esperaba toda la semana a que llegue ese día.
Decidió formarse como arquitecta; sin embargo, durante la carrera confirmó que su verdadera vocación era la música. Sucede que durante un concurso de canto, sus amigos universitarios la incitaron a participar y ella tímida y avergonzada aceptó. Fue el primero concurso que ganó y fue este el principal motivo que ocasionó que Fabiola empezara en el canto y la música.
Es así que Fabiola de la Cuba se inicia profesionalmente en la agrupación Vecinos de Juan. Este grupo tenía una propuesta especial y única de fusión entre la música peruana de la costa y el rock con poemas de Manuel Scorza, César Vallejo, y otros.
Después de la experiencia mencionada, Fabiola viaja a Brasil, en donde se asienta por dos años y se nutre de las variantes musicales del lugar, fortaleciéndose, haciendo espectáculos y afianzando su estilo.
A su regreso a Perú en 1995, Fabiola se dedicó a hacer presentaciones, formando parte del grupo “Los Hijos del Sol”. Fue tan interesante y tuvieron tanto éxito estas presentaciones que Fabiola decide lanzarse como solista y ocupar un lugar muy importante en la música peruana.
Producciones y Reconocimientos
En noviembre de 1996, lanza su CD titulado Dos Extraños, con el sello de Discos Hispanos. En esta producción interpreta once valses del compositor don Mario Cavagnaro, y cuenta con reconocidos músicos como Lucho González, Alex Acuña, Ramón Stagnaro, entre otros.
En 1996 es reconocida como la cantante revelación del año, siendo galardonada. A principios de 1997, se presenta en el auditorio de Lima, para ponerle fin al espectáculo, el festival Encuentro con el Perú, el cual se realizó en el Centro Cultural de la Universidad Católica.
Un breve tiempo después, representa al Perú en el Festival Internacional OTI que se realizó en Lima con la participación de 22 países. En noviembre de 1998, fue invitada al XIII Festival iberoamericano de la canción de Puerto Rico, en el palacio de Bellas Artes de la ciudad de San Juan, compartiendo escenario con Valeria Lynch. En la actualidad realiza presentaciones a nivel nacional e internacional, siendo una de las embajadoras cultural y artística de nuestro país.
Música
Y Fabiola de la Cuba no deja de producir. Con su último disco: “Otra vez… el alma”, lanzado en el 2015, llegó a enamorarnos de su música, de sus canciones y espectáculos. Encontramos pues en este disco algunas interpretaciones como “Soledad sola” y “Sueño Pochi”, que nos hacen reencontrarnos con nuestras vertientes y nuestro pasado originario.
Conclusión
A pesar de ser una cantante reconocida y, además, de ser una de las embajadoras de la cultura de nuestra tierra, Fabiola de la Cuba no es tan conocida como se piensa.
Ciertamente se sabe de ella por la fusión entre estilos que hace. Es decir por la unión de piezas y ritmos musicales como la música negra y la música criolla.
Y como sabemos aunque la propuesta ya tiene tiempo, parece ser que aún le restamos importancia. Parece ser que aún nos cuesta darle sentido a nuestras nuevas experiencias.