¿Qué podría ser mejor que ser un defensor de la paz? Pues, volverse un rebelde, un chico malo y un loco, siendo en esta ocasión que hablaremos de los monstruos que vendieron literalmente sus propias almas a los Dioses del Caos: los Primarcas Traidores y sus Legiones. Las trágicas y despreciables historias de cómo las propias creaciones del Emperador de la Humanidad, sus hijos, lo traicionaron.
Fulgrim
Fulgrim y sus Marines, también conocidos como los Hijos del Emperador, eran una Legión famosa, considerada como el modelo a seguir para toda Legión. Durante la guerra en Terra, eran conocidos por proteger al Emperador con sus vidas y ganaron su apodo debido a la nobleza.
Fulgrim aterrizó en Chemos, e hizo que ese miserable y agotado planeta minero se transformara en una potencia que acabaría volviéndose cuna de las artes.
Cuando tuvo oportunidad de conocer a sus hijos genéticos, solo quedaban doscientos de ellos, debido a que fueron diezmados por una plaga… pero no se rindió con ellos. Así como su mundo, su Legión también volvió a levantarse, renació… y por ello obtuvo su sobrenombre de “El Fénix”.
Fulgrim y sus hijos no eran una Legión típica, eran maestros de la espada, pero en adición, tenían otras competencias sobresalientes: eran diplomáticos, artistas y elegantes en todo su accionar, y cada día buscaban superarse aún más. Famosos por su cabellera blanca y belleza divina, unían mundos al mostrar que ellos eran el ideal que buscaba el Imperio de la Humanidad.
Sin embargo, este desarrollo aunado a su orgullo los llevo lentamente a convertirse en entes vanidosos y arrogantes. Se implantaron mejoras que al sentir dolor les causaba placer, y junto a su aprecio por las artes lentamente llegaron al regazo de Slaanesh, la Diosa del Placer.
Con el tiempo, se volvieron unos depravados absolutos que solo deseaban más placer, llegando al degenere y, en el caso particular de Fulgrim, este se volvió un Príncipe Demonio.
Perturabo
Los Guerreros de Hierro eran extremadamente numerosos, poco expresivos y expertos en los asedios. Pasaban meses o años tratando de entrar y asegurar la entrada a una fortaleza, y todo ello para que alguien más entre y les robe la gloria.
A ellos también se les encomendaban las más brutales misiones que no eran registradas, y en las cuales se sacrificaba a miles de sus integrantes para lograr los objetivos, sin recibir reconocimiento y en vez de ello, siendo menospreciados y no contando inclusive con derecho a descanso.
Debido a todo lo anterior, terminaron traicionando al imperio.
Perturabo era considerado el Primarca más inteligente, siendo reconocido como un experto en tecnología, siendo la mente maestra que dirigió la Herejía. La única razón por la que los traidores llegaron tan lejos, y perdieron solo porque los demás Primarcas no siguieron su plan.
Perturabo era un personaje con muchos complejos de inferioridad y con un temperamento volátil, aunque mantuvo una sana rivalidad con Rogal Dorn, hasta que el Emperador le encargó a este último construir el Palacio Imperial, el sueño de Perturabo.
Luego de la Herejía, el Primarca quedó mortalmente herido, pero se las ingenió para ascender a un Príncipe Demonio del caos indivisible, que era un ente cibernético con cuerpo de metal.
La Legión actualmente trabaja en conjunto con el Semidios del Caos, Vashtorr El Artífice, creando aberraciones con la mezcla de tecnología, carne y artes demoniacas.
Konrad Curze
Los Amos de la Noche eran idénticos a la Guardia del Cuervo: de piel blanca, ojos profundos y negros, al grado de que se cree que los Primarcas eran gemelos. Konrad y sus hijos tenían una moral de blanco o negro, se afilaban los dientes para presentarlos como marca distintiva.
Eran expertos en la tortura y vestir tanto los cráneos como las pieles de sus víctimas. Konrad tenía la habilidad de poder ver el futuro y siendo originario de un planeta lleno de crimen y corrupción, pudo ver como única forma de obtener la paz era la aplicación del terror y el miedo, torturando y proyectando en las noticias lo que le pasaba a quienes cometían hasta el más pequeño crimen.
La Legión existía con ese propósito: castigar y causar terror a los mundos que se rebelaban. Eran monstruos que cometían todo tipo de atrocidades, pero lo peor de esto fue que cuando el Primarca se unió a la Gran Cruzada, su planeta natal no solo volvió a la corrupción y al crimen, sino que empeoró.
Debido a esto, es que los reclutas de la Legión posteriores eran criminales sádicos, por lo cual Konrad resultó ser el único Primarca que odiaba a sus Marines. Por su parte, Konrad se volvió cada vez más desequilibrado, en parte porque parecía tener una doble personalidad: se horrorizaba de sus crímenes, al mismo tiempo que también llegaba a gozar de la tortura.
Mucho de esto parece tener que ver con su soledad, ya que nunca tuvo amigos y sus hermanos Primarcas lo despreciaban, a pesar de que solo buscaba su aprecio.
Finalmente, al darse cuenta de que sus hermanos y su padre eran unos asesinos hipócritas, sumado al hecho de que no había forma de cambiar sus visiones, se rindió y se unió a la Herejía, pero su Legión y él fueron los únicos en no unirse al Caos. Konrad murió a manos de una asesina enviada por el Emperador, pero no resistió el ataque, porque deseaba demostrar que tenía razón, aunque hay quienes especularían que hacer esto provocaría el futuro que él deseaba.
Angron
La Legión más violenta le pertenecía a Angron, quien se crió en un mundo corrupto, como un esclavo que luchaba en coliseos de gladiadores. Debido a su rebeldía, le incrustaron los Clavos del Carnicero, un artefacto que le hacía sentir dolor e ira constantemente.
Ni siquiera el Emperador pudo quitárselo y tuvo que tratarlo casi como un esclavo, Angron masacraba a sus Marines en ataques de ira o si no conquistaban planetas en un tiempo acordado, y eventualmente hizo que les implantaran a todos el mismo aparato de tortura que él tenía.
Los Devoradores de Mundos eran la Legión más violenta, pero fueron útiles en muchas ocasiones, debido a que eran inmunes a ataques mentales. Angron sentía rabia, pero sobre todo dolor y tristeza, y solo anhelaba morir como un guerrero. Lo peor es que no pudo cumplir su único deseo, ya que fue ascendido a Príncipe Demonio de Khorne, Dios de la Sangre, y esto lo hizo inmortal.
Mortarion
Ahora toca hablar de los Marines más resistentes y rencorosos, originarios de un planeta tóxico y gobernado por aberraciones que hacían experimentos con su gente. El padre adoptivo de Mortarion lo torturó desde bebé, pero con el pasar de los años Mortarion se encargó de dirigir una rebelión contra su padre, pero a último momento el Emperador llegó, robándole la victoria y la libertad del planeta.
Mortarion quedó resentido por esto, y no perdonó a el Emperador a pesar de que este dedicó algunos años en reconciliarse con él e incluso le confió varios secretos. Irónicamente, Mortarios despreciaba el Caos y los poderes psíquicos, pero acabó en el bando de Horus, lleno de demonios, psíquicos y demás, a tal grado que fue requerido para usar sus propios poderes psíquicos latentes.
Quizás la peor experiencia que tuvo es que su mejor amigo lo traicionó, obligándolo a vender su alma y la de su Legión para dejar de sufrir una plaga que les impedía morir.
La Guardia de la Muerte ahora trabaja para Nurgle, Dios de la Plaga, y Mortarion es un Príncipe del Caos, logrando ahora ser más resistentes. Actualmente, el Primarca hizo enojar a su dios, lo que seguro lo mantendrá fuera de la galaxia por siglos.
Magnus el Rojo
Magnus era conocido por su piel roja y por sus inmensos poderes psíquicos. Creció en un mundo enteramente de psíquicos, quienes le enseñaron todo tipo de trucos.
Cuando conoció a su Legión, los Mil Hijos, vio que solo se trataba de mil Marines, a quienes su semilla genética les daba grandes poderes psíquicos, pero los convertía en aberraciones disformes.
Magnus sacrificó uno de sus ojos a cambio de una cura, “engañando” a un ser disforme. La Legión era conocida por ser de reclutas exclusivamente psíquicos y ser unos eruditos que defendían todas las bibliotecas o fuentes de conocimiento.
Cuando se hizo polémico el uso de poderes disformes, se realizó el Concilio de Nikaea, el Emperador tuvo que prohibir su uso porque conocía lo peligrosos que eran. Magnus por su parte, siguió practicándolos en secreto, y esto debido a su arrogancia, que le hacía creer que era capaz de dominar la Disformidad, que daba origen a los poderes psíquicos.
El Primarca fue el primero en conocer de la corrupción de Horus y entonces trató de disuadirlo, cuando falló en ello, trató de usar sus poderes psíquicos para alertar al Emperador.
Fue en esta circunstancia en que rompió una barrera, la cual destruyó el proyecto secreto del Emperador, la Telaraña. Así mismo, provocó que miles de demonios invadieran Terra, y cabe mencionar, que su mensaje no pudo llegar a su destino.
Todo este tiempo, Magnus fue engañado, y el verdadero precio que pagó fue volverse arrogante, lo que llevaría a la ruina del Imperio de la Humanidad. El Emperador envió a Leman Russ para capturar a Magnus, pero Horus intervino el mensaje y alteró la orden para masacrar todo el planeta.
Posterior a la pelea con Leman, el alma de Magnus quedó fracturada y como consecuencia su arrogancia creció vertiginosamente, y tuvo que unirse forzadamente a los traidores.
Aunque participaba poco en la Herejia, finalmente vendió su alma al ente que causó todo esto, Tzeench, el Dios de la Magia y el Engaño, y ahora es un Príncipe del Caos. Trágicamente, sus Marines se vieron forzados a unirse al Caos por ello.
Horus Lupercal
Horus fue el primer Primarca que encontró el imperio, llegando a hacerse muy cercano a su padre desde entonces y siendo considerado su favorito.
Pero no solo era eso, sino que él y su Legión, los Lobos Lunares, eran extremadamente humanos y carismáticos, además que fueron los maestros que guiaron y enseñaron a las demás Legiones. Horus era el Primarca más carismático de todos, además de ser un hábil estratega, sin decir que se llevaba bien con todos sus hermanos… y fue por ello que el Emperador lo eligió como Señor de la Guerra.
Horus no quería este título, y eventualmente tanto poder y responsabilidad lo condenarían, sumado a las dudas de que su padre abandonara la Gran Cruzada sin explicación.
Eventualmente lo manipularon para corromperse y creer que el Emperador quería crear una distopía que lo adoraría como un dios y Horus sería olvidado. Horus fue quien convenció y manipuló a muchos de sus hermanos para traicionar al imperio, iniciando una guerra civil y siendo él la persona más infame que la dirigió: la Herejía de Horus. Así mismo, rebautizó su Legión como los Hijos de Horus.
Horus acabaría obteniendo un gran poder proveniente del Caos, lo cual le permitiría luchar uno contra uno contra el Emperador, dejándolo herido de muerte y obligándolo a quedar contactado al Trono Dorado como soporte vital. Posterior a ello, Horus también murió, y su alma fue obliterada.
Por su parte, su Legión quedó en crisis y fueron perseguidos por sus aliados, dejándolos casi extintos. Finalmente, uno de sus hijos favoritos, Abaddon, uniría crearía la Legión Negra, la cual dirige a los traidores hacia ataques catastróficos, los que acabaron generando la Cicatrix Maledictum.
Lorgar Aureliano
El primer Primarca traidor, Lorgar y los Portadores de la Palabra eran físicamente débiles y con tendencias a ser fanáticos religiosos que adoraban al Emperador como un dios, aunque este negaba ser uno. Pese a sus defectos, eran grandes oradores y también eran grandes mediadores.
A ojos del Emperador, eran una Legión fracasada, no solo porque su ritmo de conquista era lento, sino porque estuvieron reviviendo la religión, acción que iba en contra del Decreto Imperial. Todo culminó con el Emperador destruyendo la capital de su planeta y poniendo de rodillas a toda la Legión.
Lorgar y sus hijos se encaminaron al Caos, pero tal vez lo más patético durante su desarrollo es que fueron manipulados por Kor Phaeron y Erebus. La Legión creó las Logias Guerreras, que eran grupos no oficiales de Marines en los que se desahogaban, y plantaron la idea de una rebelión.
La Herejía que planearon fracasó, pero Lorgar fue ascendido a un Príncipe del Caos Indivisible y la Legión obtuvo un gran poder demoníaco. Por milenios han plantado cultos en el Imperio y ahora buscan el Star Child, pero lo peor es que a su manera tuvieron éxito en condenar a la humanidad y en convertirlos en fanáticos religiosos que leyeron el libro de adoraciones al Emperador.
Alpharius Omegon
La Legión y el Primarca número veinte. Nadie sabía que existía, pero operaba desde antes que otras Legiones. Si bien su semilla genética no era destacable, sus Marines eran astutos y peleaban de forma impredecible, además de que se esforzaban por convertirse en ser espías expertos.
Tal era el caso, que estaban infiltrados en las demás Legiones y en muchos mundos, ayudando en su conquista y hasta encontrando Primarcas.
Sus Primarcas tenían la altura de un Marine promedio y tenían la habilidad de cambiar su apariencia y presencia. Los dos eran un alma dividida en dos cuerpos: Alpharius y Omegon, el estratega y el general. Alpharius fue el primer hijo del Emperador en ser encontrado, pero se mantuvo oculto durante años.
Renombró a sus Marines como la Legión Alfa, quienes eran expertos en mentir e inflitrarse. De hecho, hasta los dos Primarcas intercambiaban identidad y se hacían pasar por sus propios Marines, a la vez que sus Marines se hacían pasar por Alpharius y estos se hacían pasar por otras personas.
Todas estas acciones de cambio de roles eran empleadas para confundir a los demás, para evitar que alguien conociera quien era el líder que hacía las estrategias, de modo que no pudieran atentar contra él, y además, aún si llegaran a matarlo, esto no afectaría a la moral o a los planes de la Legión.