Ciertas formas de criar a los hijos son habituales en el actuar de los padres, algunas de ellas son explicadas para entender mejor el comportamiento de los progenitores en el desarrollo integral de la vida diaria de sus hijos. A continuación se describen algunos estilos de crianza:
Estilo autoritario
Este estilo se caracteriza por el gran nivel de exigencia y control de los hijos, en la cual la comunicación suele ser poca y la expresión de afecto mínima. El padre suele imponer muchas normas y exige obediencia estricta, siendo su forma de disciplinar el uso del castigo o medidas rectas de disciplina.
Los padres suelen tener un pensamiento bastante rígido, con pocas posibilidades de que los hijos expongan sus puntos de vista. Se ha observado que los niños que han crecido bajo este estilo de crianza, han presentado poco control sobre sus vidas, produciendo inseguridad y dificultad para terminar tareas.
Estos niños suelen retraerse socialmente y difícilmente elaboran relaciones de confianza. En adolescentes es probable que presenten dificultades en el colegio y hostilidad frente a sus compañeros.
Estilo permisivo
En esta modalidad, los padres demuestran todo lo contrario al Autoritario, son pocos exigentes en el control, suelen ser bastante comunicativos y su expresión de afecto es constante.
Perciben el comportamiento de los hijos siempre de una forma positiva y rara vez usan el castigo ante una conducta inadecuada. Suelen preguntar a los niños sobre las decisiones a tomar, no exigen responsabilidades, desean ser “amigos de sus hijos” y no figuras de autoridad.
No hay normas preestablecidas en la casa y utilizan mucho el razonamiento hasta llegar a la permisividad para lidiar con las diferencias. Los niños que crecen bajo este estilo se caracterizan por presentar problemas de impulsividad, poco autocontrol y dificultad para adaptarse a la vida adulta.
Además, se presenta una marcada frustración por los intentos de desempeñarse adecuadamente dentro de las expectativas de la sociedad.
Estilo democrático
Aquí los padres suelen ser afectuosos y comunicativos, reforzando el comportamiento adecuado de los hijos. Tratan de evitar los castigos y escuchan las peticiones que los hijos pudieran tener; dirigiendo y controlando sus comportamientos. Los padres evitan las decisiones arbitrarias, dialogando con los niños y explicando las razones cuando dan las normas, marcan límites y dan las orientaciones necesarias, escuchan sus ideas y llegan a acuerdos con los hijos. De este estilo democrático se ve a niños con un adecuado autoconcepto, autosuficientes y aceptados entre sus compañeros.
Estilo indiferente
Estos padres demuestran una actitud de indiferencia hacia los hijos, no son receptivos ni tampoco exigentes, se caracterizan por ser poco comunicativos y con un bajo nivel de expresión de afecto. No imponen normas y existe una indiferencia respecto a la conducta, minimizando lo que se presenta y denotando poco compromiso en corregir las conductas inadecuadas. Como consecuencia de este estilo, se ha observado niños con mayores problemas en su desarrollo y también en su vida cuando llegan a adultos, por poseer baja autoestima, poca empatía y dificultad para acatar las normas.
Comparación
Si hacemos una comparación, cabe mencionar que el denominador en común entre el estilo autoritario y el estilo democrático es que ambos tienen el establecimiento de las reglas como punto principal y se diferencian en la forma de disciplinar, la expresión de afecto y la forma de comunicación. Los padres autoritarios tienen un pensamiento poco flexible, y los padres democráticos son más razonables.
Los padres democráticos transmiten afectividad y los padres autoritarios no. Sabiendo esto, a simple vista elegiríamos al estilo democrático como el más efectivo y saludable, sin embargo también es el más difícil de poner en práctica, ya que requiere mayor tiempo y energía de los padres.
La forma de disciplina depende del estilo de crianza.
Sabemos que la disciplina es el aprendizaje de ciertas normas y reglas que el niño tiene que interiorizar por medio de la repetición y la constancia para que pueda comportarse de una forma adaptada. La disciplina ayuda a que el niño tome responsabilidad de sus actos, se autocontrole y reconozca su actuar inadecuado. La enseñanza de la disciplina depende de los padres y de qué estrategias desarrollen.
El disciplinar severamente, usando el castigo físico o psicológico es una medida que hasta la actualidad se viene presentando. Sin embargo, este tipo de disciplina severa, se asocia con mayores niveles de malestar emocional a largo plazo, teniendo como consecuencia conductas de evitación y aislamiento.
Conclusión
Cada padre y cada madre tienen ciertas ideas aprendidas desde pequeños en sus propias familias, Depende de cómo han vivido la disciplina ellos mismos y cómo han aprendido a conciliar y a resolver problemas. Si bien es cierto, las formas aprendidas de los padres son importantes, pero la forma en que se pongan de acuerdo sobre la crianza, es lo que va a determinar el comportamiento de sus hijos.
A mayor diferencia entre las ideas de los padres, mayor dificultad de que el niño aprenda formas adecuadas de disciplina. Se sabe que muchas parejas han tenido diferencias que no han podido resolver, lo que ha llevado a separaciones definitivas entre ellos.