Este artículo está dedicado a un personaje de Avatar: la Leyenda de Aang. Contiene spoilers, por si aún no lo has visto. Pueden encontrar la serie en Netflix.
Origen y Ba Sing Se
Iniciamos identificando a Iroh, hijo y heredero al trono del Señor del Fuego, Azulon; y nieto del Señor del Fuego Sozin, quien dio inicio a la Guerra de los Cien Años y exterminó por completo a los Nómadas Aire.
Sus orígenes fueron influenciados por sentimientos de grandeza desde su crianza, recibiendo el mismo mensaje incluido en la educación que recibían todos en su nación: que su patria era la sociedad más grande y rica del mundo, siendo la guerra una forma de compartirla con las demás naciones, y que el fin supremo era unirlas e implementar su sistema.
Al ascender a General, llegó a ser conocido como El Dragón del Oeste (debido a su Fuego Control y su origen al oeste del mundo).
Iroh dirigió un asedio a las grandes murallas de la ciudad impenetrable, a donde finalmente entró, luego de seiscientos días. Pese al progreso logrado, tanto sus hombres como él quedaron extenuados, razón por la cual, al final llegaron a ser repelidos de la capital del Reino Tierra.
Al margen de todas las victorias y derrotas, la más grande perdida de todas que sufrió se debió a la pronta partida del mundo a su único hijo, Lu Ten, con lo que quedó devastado y lo adentró en el mundo de la guerra. Poco tiempo después de la partida de su hijo, su padre, el Señor del Fuego Azulon, también falleció, y por si fuera poco su trono fue usurpado por su hermano, Ozai.
Viaje Espiritual
En su desesperación, Iroh decidió a llevar a cabo un viaje espiritual en busca de reencontrarse con su hijo. En el proceso, llegó a conocer y aprender de los dragones, logrando perfeccionar el fuego control.
Asimismo, se dio la oportunidad de estudiar a los maestros agua, creando una técnica para desviar los relámpagos. Fue en esta travesía que sería iluminado, volviéndose un pacifista que finalmente se uniría a la Orden del Loto Blanco.
Destierro del Príncipe Zuko y Persecución del Avatar
Regresando a la Nación del Fuego, siguió participando en reuniones y fue la persona más cercana a su sobrino, el príncipe Zuko. Al grado que, incluso siendo un General retirado, sería el único familiar que voluntariamente lo acompañaría en su destierro y búsqueda interminable por el Avatar.
Pese a sus años y experiencia adquirida, actuó siempre más como un maestro, guía y figura paterna, pero cuidó de nunca imponerse sobre su sobrino y de respetar el cómo manejaba aquel sus problemas.
Es por la ausencia de la madre de Zuko, la frialdad de su padre y la pérdida de Lu Ten, que en su largo viaje ambos llegarían a proyectarse como las figuras de padre e hijo que ambos necesitaban en su vida, aunque siendo Zuko bastante más serio y su tío, aparentemente más relajado.
(aunque quizás proyectaba una actitud más descuidada, lo cierto es que seguía una guía de comportamiento en busca de alcanzar la calma interior).
Sin embargo, habría una decisión crucial en la cual Iroh tendría que manifestarse y dejar su temperamento calmado: mantener el equilibrio del mundo. Si bien no se entrometió en las acciones para que su patria continuara con la guerra, jamás iba a permitir que dañaran a los espíritus o al mundo.
Así mismo, jamás llegaría a aprovechar alguna oportunidad para atrapar al Avatar, sabiendo que tenía una labor altruista muy importante con todas las naciones, incluyendo la suya.
Fugitivo y Refugiado
Sus acciones tuvieron consecuencias, siendo relacionado a influir decisivamente en el fracaso en las invasiones. Iroh y su sobrino se volvieron fugitivos e incluso debieron cortar sus tan preciadas coletas para no ser reconocidos.
Este es un punto de quiebre, pues esta pérdida de coletas es crucial en sus vidas ya que representó el abandono de su honor y de su vínculo a la Nación del Fuego, y es a partir de este momento en que abandonan, en general, su persecución por el Avatar y centran su accionar en sobrevivir y encontrar un lugar seguro donde establecerse.
Irónicamente, volverían al lugar del más grande fracaso del ex-General, Ba Sing Se. Esta vez como refugiados que buscaban sobrevivir, y sería el lugar donde Iroh florecería por sus conocimientos en el té, llegando a conseguir incluso su propia tienda.
Encarcelado y Cometa de Sozin
Tanto Iroh como Zuko tuvieron que decidir qué clase de mundo querían y qué acciones serían convenientes para ellos: el príncipe volvería de su destierro y su tío sería encarcelado como traidor. Una etapa de sus vidas en la que apenas se hablan, aunque ciertamente, Iroh no dejaría de ser la guía para su sobrino, hablándole sobre el pasado y el destino que le depararía.
Resultó que el encierro, solo sería una etapa de preparación más para lo que vendría en adelante, pues con la llegada del Cometa de Sozin, deberán intentar detener la más grande invasión de todas y devolver el Reino Tierra a sus habitantes, para así preservar el equilibrio.
El Té
Hay demasiado que hablar del té, es una clase de gracia o faceta muy personal del tío Iroh. No hay que perder de vista que simboliza el equilibrio absoluto puesto que la tierra, el agua, la luz solar y el aire, son claves para cultivar plantas. El té está hecho de hojas de una planta, pero a la vez simboliza a la tierra, sumado al agua, el calor del fuego y luego de ser enfriado con aire, es como uno bebe el té.
Iroh siempre está en ese balance de los cuatro elementos y nunca considera que el fuego sea superior o que el resto de elementos sean innecesarios.
Así mismo, es una bebida que relaja la mente, calma el cuerpo y es sumamente espiritual, así como le pasa a Iroh cuando cumple algunas de las labores del Avatar, quien es un ser mitad espiritual, y que domina a los cuatro elementos, además de preservar el equilibrio entre las naciones y espíritus.
No es una sorpresa del porqué Iroh es tan sabio y un guía tan reconocido, y es el motivo por el cual Zuko y su patria pueden obtener una redención. Incluso su torpeza, glotonería y relajo, solo lo hacen bastante más humano, imperfecto, realista y empático. Nunca se llega a creer más sabio o a dar sermones y ordenar lo que deben hacer los demás, solo se dedica a brindar sugerencias o a exponer refranes.
Equilibrio y Relámpagos
El personaje conoce demasiado del balance, logró dominar la extremadamente difícil pero precisa y mortal técnica del relámpago, una para la cual se requiere tanto de claridad mental y como espiritual. Lo más asombroso, es que aprendió a desviar tan letal ataque, algo nunca antes visto.
Su conocimiento, experiencia y comprensión de los demás le hizo capaz de juntar los conceptos opuestos y unirlos: el lado combativo y ambicioso, junto al pacifista y comprensivo.
Al tomar ambos lados creó una técnica que era defenderse de algo mortal sin dañarlo, todo mediante la comprensión y no ceder ante la ambición ajena.
El relámpago simboliza mucho, no solo la forma en que el Fuego Control se vuelve frío, sino su conexión con las otras naciones con las bases del Agua Control que imparte esta técnica.
Su técnica fue un legado que mostró el crecimiento, claridad mental y camino de su sobrino Zuko, así como éste al enseñarle también al propio Avatar Aang.
Una ayuda que era también una herencia de pensamientos, una conexión. Los ideales de Iroh y el Avatar fueron tan próximos que tomaron el mismo sendero, el General retirado llegó a aprender el equilibrio en todo: ya sea en una nación, en un hombre o en la cantidad de sol y sombra que requiere una flor.
Opiniones
Iroh es un poco cliché a mi gusto. Es un clásico viejo sabio, un personaje que ha sido empleado durante siglos, y llega a tener cierta semejanza con el sensei Jiraiya de la serie Naruto.
Esta opinión no es del todo negativa, ya que estos dos personajes fueron pioneros en este tipo de modelo imperfecto a seguir y más bien se refuerzan entre sí. Así mismo, la idea de tener un buen modelo a seguir llega a ser difícil de creer en la vida real, por lo que llega a ser conmovedor poder encontrarlo en la ficción e incluso uno puede tomarlo como una figura paterna.
La paciencia e imperfecciones que tiene siempre lo hacen empático, así como su sabiduría infravalorada. Cuando uno es mayor y vuelve a ver la serie, realmente puede llegar a identificarse con Zuko y hasta también con sus actitudes, en las que ignoraba los consejos de su tío. Lo cual refuerza aún más el cariño y el desarrollo muy humano del príncipe.
El personaje suele ser más un tutor para Zuko y se mantiene al margen de la aventura, pero es muy lógico en su accionar, porque en esa etapa de su vida ya no buscaba la gloria y porque está a favor del Avatar. También muchas veces nos muestra sus conocimientos ocultos, su experiencia en combate, sus estrategias y su habilidad como Maestro Fuego. Uno de sus mejores momentos es cuando en secreto llega a ponerse en forma en la prisión, y es raro llegar a ver personajes de edad avanzada con tanto aire protagónico (aún más en la época en que la serie fue escrita).
¿El personaje es perfecto? Para su época, sí. Incluso, esa ausencia general de errores es justificada, ya que, sí los ha cometido, pero luego los ha superado, aunque fue en una época anterior a la serie.
Incluso hoy en día, se puede sentir el dolor intenso y el sentido de responsabilidad que lo agobia por la muerte de su hijo. Asimismo, su más grande logro que fue guiar a Zuko, viene acompañado de la pena de que Azula y Ozai siguieran con las mismas actitudes negativas que perjudicaron a su nación.
Pese a todo, hay que recordar y resaltar la enorme calidad que representa todo el trasfondo, la historia y accionar de un personaje secundario como Iroh, quien se encontraba en el bando contrario al de los protagonistas. Hay mucho que uno puede aprender de los demás, del pasado, de la vida misma y del té.